Creo que ya hemos hablado de meditación, de honestidad con uno mismo, del primer día en el gym, de la sobrecarga progresiva.
Y no, no he olvidado que debo una segunda parte sobre entrenamiento, pero antes de seguir hablando de ejercicios, quería volver a algo aún más básico. Una especie de checklist de higiene básica antes de entrenar, no en el sentido estético, sino en el sentido profundo:
la higiene que permite que todo lo demás funcione.
Primero:
¿Nos estamos contando bien nuestra propia historia?
Nunca está de más detenerse a escuchar qué narrativa repetimos sobre nosotros mismos.
Cómo nos hablamos cuando fallamos.
Cómo interpretamos el cansancio, la falta de ganas o los retrocesos.
Cuidar la salud mental empieza por no mentirnos.
Segundo:
¿Estamos descansando lo suficiente?
Dormir no es un lujo ni una recompensa.
Es una base fisiológica.
Y aquí va algo simple pero potente: ¿por qué no medir también tu descanso?
A veces verlo en papel —o en una app— cambia por completo la percepción.
No para obsesionarte, sino para darte cuenta.
Tercero:
¿Cómo estamos comiendo en el día a día?
No hablo de dietas perfectas ni de prohibiciones.
Hablo de regularidad, de comer de verdad, de no vivir permanentemente a base de impulsos, ansiedad o “ya mañana me organizo”.
Cuarto:
¿Nos movemos lo suficiente, aunque no entrenemos perfecto?
Caminar, moverse, salir.
Recordarle al cuerpo que está vivo.
El movimiento no siempre tiene que ser intenso para ser útil.
Quinto:
¿Estamos dejando espacio para bajar el ruido?
Un rato sin estímulos.
Sin pantallas.
Sin contenido.
Sin productividad.
Solo para estar.
Y algo fundamental que no puedo dejar fuera:
¿Sabemos pedir ayuda?
Ir al psicólogo no es un plan B ni un último recurso.
Es una herramienta más, como entrenar, como comer mejor, como dormir.
La salud mental no es algo que te chequeas solo cuando estás mal,
ni cuando estás gordo,
ni cuando estás espectacularmente definido.
Se cuida siempre.
Y esto no es un cuento ni una moda.
Es ciencia.
Es fisiología.
Es salud.
Antes de añadir más ejercicios, más rutinas o más objetivos, conviene revisar si estas piezas básicas están más o menos en su sitio.
Porque cuando lo básico falla, todo se vuelve cuesta arriba.
Cuando cuidas la higiene básica antes de entrenar, el progreso deja de depender de la fuerza de voluntad.
Pero primero, higiene.
Cómo empezar un cambio de vida sin agobiarte
Sé honesto contigo mismo: la verdad sobre tu peso
Leave a Reply