La Honestidad Contigo Mismo: Un Paso Clave para Enfrentar los Problemas de Peso

Hablar de peso es un tema delicado, lleno de emociones y percepciones culturales que complican abordar la raíz del problema. Muchas veces, no somos completamente honestos con nosotros mismos a la hora de enfrentar lo que nos lleva a tener sobrepeso o malos hábitos alimenticios. Nos contamos historias que disfrazan la realidad, evitando asumir ciertos comportamientos que claramente no benefician nuestra salud.

Las Historias que Nos Contamos

Cuando hablamos de nuestras decisiones alimenticias, solemos justificarlas con frases como:

“Sólo fue un antojo.”

“Lo merezco, he tenido un día difícil.”

“Es una ocasión especial.”

Estas narrativas nos hacen sentir mejor momentáneamente, pero también nos alejan de enfrentar la realidad: que comilonas compulsivas de medianoche o patrones repetidos de alimentación descontrolada no son saludables. No se trata de demonizar los alimentos ni de vivir con culpa, sino de ser honestos sobre cuánto y cómo afectan nuestras elecciones a nuestra salud.

El Problema de la Normalización

Hoy en día, tener sobrepeso o adoptar malos hábitos alimenticios se percibe como algo normal. Cuestionamos a quien decide no beber alcohol o a quien opta por comer en casa un plato de arroz, verduras frescas y pescado, etiquetándolo como “hacer dieta”, como si fuera algo terrible. Sin embargo, lo que realmente debería preocuparnos es por qué hemos llegado a normalizar comportamientos que impactan negativamente nuestra salud.

Asumiendo el Problema Sin Dramatizarlo

Enfrentar nuestras elecciones no significa dramatizar ni pensar que todo requiere intervención psicológica. Muchas veces, lo que necesitamos es claridad y acción. Si te encuentras comiendo de manera compulsiva por la noche, pregúntate:

¿Realmente tengo hambre o es otra necesidad emocional?

¿Estoy gestionando bien mi estrés durante el día?

¿Qué puedo cambiar en mi rutina para prevenir este comportamiento?

Se trata de tomar responsabilidad y abordar el problema con soluciones prácticas, como tener opciones saludables disponibles, planificar comidas y, sobre todo, identificar qué está detras de ese impulso.

Redefiniendo lo Deseable

Vivimos en una sociedad que, contradictoriamente, promueve alimentos procesados como “normales” y considera “extremo” o “raro” optar por opciones saludables. Este paradigma necesita cambiar. Comer de manera balanceada no es “hacer dieta”, es cuidar de tu cuerpo, que al final es el único lugar donde vivirás.

Es también importante dejar de romantizar hábitos poco saludables. La moderación, el disfrute consciente y la elección de alimentos que nutren nuestro cuerpo no deberían ser motivo de crítica o rechazo social.

Hacia una Relación Sana con la Comida

El objetivo no es seguir una lista estricta de reglas, sino construir una relación saludable y equilibrada con la comida. Esto implica:

Reconocer tus patrones: Ser honesto contigo mismo sobre qué, cuándo y por qué comes.

Evitar extremos: Ni restricciones severas ni excesos constantes.

Priorizar lo que realmente importa: Optar por alimentos que te hagan sentir bien a largo plazo.

Dejar de temer al juicio ajeno: Tu salud no debe estar condicionada por lo que otros piensan o dicen.

La honestidad contigo mismo es el primer paso para hacer cambios significativos. Reconocer tus comportamientos sin excusas, pero también sin culpas, te permitirá tomar el control de tu salud y bienestar. No se trata de hacer grandes sacrificios, sino de pequeños ajustes constantes que te acerquen a una vida más equilibrada.

Al final del día, cuidar de ti mismo no debería ser una carga, sino un acto de amor propio. Y eso empieza por dejar de contarte historias y empezar a actuar.